Siempre recordaré el día en que tomé esta fotografía como el día del "Come Cocos", en honor del tremendamente famoso videojuego de los años ochenta, en el cual el jugador se mueve por un laberinto tratando de comer todos los puntos mientras trata de evitar a sus cuatro enemigos o fantasmas (Blinky, Pinky, Inky, y Clyde), los cuales se desplazan por el laberinto tratando de atrapar al pobre protagonista. Si el jugador consigue comer todos los puntos, pasa al siguiente nivel, donde la acción comienza de nuevo sólo que con fantasmas más rápidos e inteligentes.

En mi caso el laberinto era la tundra al norte de la Cordillera de Alaska, un sitio frío y ventoso por el que parece fácil caminar desde lejos, pero que se convierte en un terreno irregular, esponjoso, y embarrado cuando lo atraviesas. Mi objetivo no era recorrer todos los puntos del mapa, sino simplemente subir por el valle y encontrar un sitio donde acampar que tuviese una mínima protección contra el viento. Y mis enemigos no me perseguían en absoluto, pero durante un rato valle abajo tuve continuamente que controlar a cuatro de ellos, mientras que los susodichos iban a lo suyo moviéndose con facilidad por la tundra al menos tres veces más rápido que yo, igual que en el videojuego. Con la pequeña pero importante diferencia de que en el mundo virtual hay cuatro y sólo cuatro fantasmas, mientras que en mi caso no podía estar completamente seguro de que se me hubiese escapado otra media tonelada de oso. En vez de cruzar el arroyo helado una vez (en un punto aguas abajo donde era bastante más grande que en la foto), tuve que vadearlo cinco veces para mantener una distancia adecuada con cada uno de ellos. Y puedo asegurar que la mezcla de agua helada con viento helado hacen maravillas con tu estado de ánimo.

El éxito en el Come Cocos te lleva a la siguiente pantalla, donde el reto es más complicado, mientras que en mi caso evitar a los osos me permitió continuar con mi aventura, sacar fotografías como la de arriba, y tres días más tarde ascender por el hielo hasta llegar al Paso de Anderson en la cresta de la cordillera a sólo cincuenta kilómetros al este de Denali, "El Grande", que con casi 6.200 metros es la montaña más alta de Norte América. A tan poca distancia es fácil sentirse abrumado por sus 5.500 metros entre base y cima, que la convierten en la montaña más grande de la Tierra situada completamente por encima del nivel del mar. Y aunque vi varios osos más, fueron lo suficientemente educados de aparecer de uno en uno y mantener las distancias.

"La naturaleza no es un lujo sino una necesidad del espíritu humano, y tan básica para nuestras vidas como el pan o el agua. Una civilización que destruye lo poco que queda de lo salvaje, lo sobrante, lo original, lo auténtico, está renegando de sus orígenes y traicionando el mismísimo principio de civilización." Edward Abbey

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