Septiembre 2010
Área Salvaje de Indian Peaks, Bosque Nacional de Arapaho-Roosevelt, Colorado, EE.UU.
Canon 5D MkII & EF 70-200mm f/4L USM & EF 1.4X II, 1/500s f/5.6 ISO400 @280mm
Yo llevaba mucho tiempo deseando contemplar de cerca a un alce euroasiático macho, con muy poca fortuna. Me había encontrado con hembras y sus crías en varias ocasiones, pero nunca con un macho. El alce euroasiático es la especie más grande de la familia de los ciervos existente en la actualidad, y puede ser fácilmente distinguido por sus característicos cuernos en forma de palma. A diferencia de otros ciervos, los alces euroasiáticos son animales solitarios, pasan la mayor parte de su tiempo alimentándose en aguas poco profundas, y pueden ser muy agresivos cuando se les sorprende, especialmente durante su época de celo otoñal.
Para mí éste era un día de transición, uno de esos en que te encuentras demasiado cansado por los esfuerzos de días anteriores y lo único que quieres es dejarte llevar mientras el cuerpo se recupera. Era aproximadamente una hora después del amanecer, y no hacía mucho que había dejado el coche para una fácil caminata. Hacía bastante frío y yo iba andando encogido y con las manos en los bolsillos para entrar en calor, sin prestar ninguna atención al sendero y pensando en mis propios asuntos. Justo a la vuelta de un giro, me encontré de repente con este gran animal bloqueándome el camino, tan cerca que un par de pasos más y me hubiera dado de bruces con él. Era enorme, parecía enfadado por mi presencia, y yo me espabilé instantáneamente sabiendo que tenía un problema. Yo le miré hacia arriba alucinado, mientras él me miró hacia abajo asqueado. Yo pensé "oh, dios", y creo que él pensó, "oh, pobre hombre". Poco a poco me aleje andando hacia atrás, él no se movió ni un centímetro. Entonces me di cuenta que éste era mi día de suerte, y la verdad es que no tenga ni idea si él estaba de acuerdo o no.
Nada más ponerme fuera de su vista reaccioné rápidamente, montando el teleobjetivo y el extendedor, y sacando el trípode. Traté de intuir la ruta que él iba a tomar, y corrí dando un rodeo sin que me viese para colocarme de tal manera que él se acercara a mí involuntariamente. Siendo éste su territorio, enseguida me encontré entre praderas inundadas con el agua por encima de los tobillos, pero fui capaz de encontrar unos pocos árboles tras los que esconderme y esperar. Justo cuando estaba preparado, el alce reapareció y empezó a venir en mi dirección, acercándose a unos 6 metros e ignorándome por completo. Yo empecé a disparar sin control, hasta que al cabo de un minuto él siguió con su recorrido. Traté de repetir mi estrategia pero el alce se desplazaba demasiado rápido para mí en este terreno, y yo no podía seguirle, así que finalmente desistí y seguí con mi caminata con una sonrisa en la cara.