Septiembre 2010
Parque Nacional de las Grandes Dunas de Arena, Colorado, EE.UU.
Canon 5D MkII & EF 24-105mm f/4L IS USM, 1/45s f/8 ISO400 @28mm
Un campo de dunas requiere tres cosas para su formación: arena suelta (generalmente de un viejo lecho marino), viento para transportarla, y un obstáculo (a menudo una cadena montañosa) que haga que la arena pierda impulso y se deposite sobre el campo de dunas. Las tres son comunes en el Suroeste de los Estados Unidos, y por lo tanto esta región contiene varios campos de dunas. Con setenta y siete kilómetros cuadrados, las dunas protegidas por el Parque Nacional de las Grandes Dunas de Arena no son solamente enormes en extensión, sino que también incluyen la duna más alta de América del Norte (230 metros). No es su tamaño sin embargo lo que hace únicas a esta dunas, sino el hecho de que dos arroyos capturan los granos de arena que caen en la falda de las Montañas Sangre de Cristo y los transportan alrededor de las dunas para depositarlos de vuelta en el fondo del valle. La frondosa vegetación que bordea los arroyos proporciona un inusual contraste contra la arena de las dunas.
Me encanta explorar campos de dunas ya que proporcionan una sencilla oportunidad de soledad (caminar sobre arena es difícil, con lo que uno tiene prácticamente asegurado el no ver a nadie más con sólo adentrarse quince minutos en el campo de dunas). Y a pesar de que el incesante viento cargado de arena no es el mejor amigo de una cámara de fotos, la fotografía en las dunas puede ser muy gratificante, en especial a primera y última hora del día, cuando las largas sombras producidas por el sol cerca del horizonte resaltan tanto la forma de las mismas dunas como las ondas que las forman.
Llegué al parque por la tarde y después de poner la tienda de campaña pasé un par de horas andando en sandalias a lo largo del fondo arenoso del Arroyo Medano, que tenía entre cinco y diez centímetros de profundidad, mientras sentía el agua fría corriendo por mis pies. Más tarde me calcé las botas y me adentré en el campo de dunas con el objetivo de estar sobre una de las más altas cuando cayera el sol, tomando fotos abstractas de las dunas por el camino. Contemplar el anochecer completamente solo mientras se bebe el último trago de agua, rodeado por kilómetros y kilómetros de arena en todas direcciones, es una experiencia inolvidable que compensa con creces el esfuerzo necesario para llegar allí. Después de un excitante descenso en la oscuridad, dormí unas pocas horas y me levanté muy temprano para poder estar en el mismo sitio al amanecer. Sólo se me ocurrió que hubiera sido más inteligente dormir arriba mismo cuando estaba sufriendo tratando de llegar a la cima antes de que saliera el sol, y empapado por mi propio sudor. Finalmente llegué arriba y tuve como recompensa el maravilloso espectáculo que se ve en la imagen. Tomé todas las fotografías que quise, me comí el desayuno, me relajé durante al menos una hora, y sólo entonces decidí bajar de allí.
