Fotografiar cascadas no es complicado. Primero, uno tiene que estar en el lugar en un día nublado, ya que si no los rayos del Sol quemarán la imagen. Segundo, usa un filtro polarizador para eliminar los reflejos que de otro modo afearían las rocas mojadas o la vegetación alrededor de las cascadas. Tercero, estate preparado para trepar un poquito hasta el nivel del agua, y dispuesto a mojarte los pies ya que la mejor perspectiva es generalmente desde dentro del arroyo. El resto de tu cuerpo a veces también se mojará por culpa del spray, responsable de que haya musgo por todas partes, lo que también aumenta tus posibilidades de acabar con el trasero bajo el agua. Si la cascada está situada dentro de un bosque, como lo están la mayoría, debes añadir un condición extra: ausencia de viento. De otro modo, la lenta velocidad de disparo que se necesita para obtener ese efecto lechoso en el agua que a mí tanto me gusta resultará en vegetación borrosa.

La imagen superior es el resultado de seguir todas y cada una de dichas reglas. Las Cascadas Beauchamp son unas de las muchas que existen dentro de la Cordillera de los Otways, a solamente un par de horas de Melbourne, donde me encontraba pasando unos meses. Esperé a un fin de semana con el tiempo adecuado y conduje hasta allí dispuesto a caminar de cascada en cascada. Ésta en particular requirió un empinado descenso dentro de la embarrada garganta (el arroyo aguas abajo del salto está encajonado dentro de una estrecha garganta), y luego caminar dentro del arroyo extremadamente resbaladizo hasta conseguir alinear el tronco con el salto de agua. Es entonces cuando toca desplegar el trípode, colocarlo en el lugar adecuado, y de alguna manera sacar la cámara de la mochila, enroscar el filtro, engancharla al trípode, y sacar la foto, teniendo mucho pero que mucho cuidado de no resbalarse o dejar caer algo al agua.

"En todo paseo por la naturaleza uno recibe mucho más de lo que busca." John Muir

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